martes, 22 de diciembre de 2009

un hermoso sabotaje.

Teniendo en cuenta a los alegres pajaros que emigran hacia fronteras desconocidas, hoy hablaré de esos intrepidos trabajadores que cruzan el mundo en busca del amor, si, me refiero a los camioneros que viajan grandes distancias buscando algo que ni ellos saben que buscan. Así empieza esta difamante historia, llena de simbolos, cadaveres y cervezas calientes. Todoempezó en navidad sentado en un bar en algun sitio de mi imaginacion, bebía mi cerveza y por la ventana veía pasar los coches por la carretera, el día era gris, algo lluvioso y frío. En la barra la camarera penduleaba sus enormes senos de forma hipnotica, a la derecha, a la izquierda, podía imaginar la forma de sus pezones, deseaba, si bien era un deseo bastante borroso, perderme en su alegre y amplio escote y desaparecer. No escuché el sonido del motor, solo el abrirse la puerta y una exclamación como una orden de ataque: ¡dame una birra por amor de dios! El corpulento y peludo individuo al ver todas las mesas ocupadas se fijó en la mia, unica con una receptaculo para sentarse libre ¿le importa? preguntó medio gritando pero amable. -e.. m. no, adelante- respondi un tanto timido ante su grandeza. Se sentó y al poco le sirvieron la tan ansiada cerveza. Pasaron algunos minutos en los cuales intente distraerme por la ventana, ahora parcialmente cubierta por el camionero. Se bebio la cerveza, se levanto y mirandome a los ojos dijo: a sido un placer, me tendió la mano y se la estreché, casi me rompe los dedos. - Dios esta en todas partes- me dijo susurrando - me da miedo ir al baño, tengo miedo de que se ría de mi, llevo días sin cagar- me confesó -ah, bueno- respondí comprendiendo su angustia - haga como yo, tapese con una revista - le recomendé - ¡que gran idea, es usted un genio! muchas gracias, adios!- y se fue. Siempre es un placer encontrarse con un buen cristiano.
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a la izquierda, a la derecha, dios, como me gustaria meterme ahí dentro.

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